[Libro] Abolish Silicon Valley por Wendy Liu
Publicado el 27 de abril de 2020Abolish Sillicon Valley es un libro bastante reciente de Wendy Liu, ingeniera de software y fundadora de una startup que abandonó la industria de la tecnología para obtener un máster en desigualdad de la London School of Economics:
Innovación. Meritocracia. La posiblidad de éxito de la noche a la mañana. ¿Qué no se podría amar de Silicon Valley?
Wendy nos cuenta de sus inicios en el mundo de la tecnología, su desencanto con la industria, lo que está mal con Silicon Valley y una propuesta para abolirlo y construir algo que ponga la tecnología al servicio de la gente y no del capitalismo y las corporaciones.
Son pocas las veces que pre-ordeno un libro y creo que esta fue la primera vez que pre-ordené un libro sin haber leído nada de la autora previamente. Llegué a él mediante una entrevista a Wendy Liu publicada en Slashdot. El título ya me llamó la atención, pero el segmento de la entrevista que publicaron me compró:
Pregunta: ¿Cómo arreglas este sistema roto?
Respuesta: En general la meta en la que estoy pensando es que tienes el sector privado tan sobrefinanciado y glorificado que parece ser la única manera de hacer cosas, pero las cosas podrían ser atendidas mucho mejor por el sector público sin el motor de sacar provecho que demanda el sector privado. Reclamar la riqueza del capital, hacerlo retroceder y financiar innovación pública… Ahora mismo la forma en que funciona es todas estas compañías de tecnología se basan en una forma muy particular de regular el trabajo y contratan gente a corto plazo y les pagan nada y no les proveen una red de seguridad.
También hay compañías que no deberían necesariamente existir. Un montón de compañías están siendo financiadas para hacer algo que podría haber sido proporcionado por el sector público. En vez de buen transporte público, tenemos Uber. En vez de un buen sistema de mobilidad social, tenemos escúters pagas. Lo que la gente quiere es coordinar un sistema centralizado que se gestione de manera responsabilizada y sirva al público…
Mi visión Utópica es poner a las empresas de tecnología en plena vista pública. Expropiar las plataformas y convertirlas en servicios municipales, servicios públicos y hacerlas de código abierto.
Con este fragmento ya estaba medio convencido, pero después de leer la entrevista lo mandé pedir. Ni bien llegó, dejé por la mitad lo que venía leyendo y empecé a leer Abolish Silicon Valley. Es de esos libros que me enganchan y estoy esperando momentos libres para poder retomar la lectura. Lo que leía coincidía con cosas que vengo pensando en base a mi experiencia con la industria, pero bien articuladas, no lo podía soltar.
Al inicio, de repente para poner en contexto las cosas y nivelar conocimientos, plantea una definición del capitalismo. Menciona la lucha de clases que definió Marx, pero construye sobre ese concepto y agrega otros aspectos como la definición de Nancy Fraser que lo describe como un orden social institucionalizado, que gobierna no sólo la acumulación de capital sino también las condiciones no económicas (sociales) que hacen posible la acumulación del capital. Hay mucho material, citas y referencias interesantes para expandir más la lectura a lo largo de todo el libro.
La historia arranca contándonos de sus inicios y cómo llegó a la programación. Hay muchas cosas en los primeros capítulos donde menciona tanto experiencias y situaciones en empresas como Google o su propia startup, así como emociones y pensamientos, que me hicieron sentir totalmente identificado. Por suerte no estoy en un momento así actualmente, de hecho si no fuera por mi trabajo actual posiblemente estaría cultivando papas en las Tierras Altas de Escocia. Pero encontré tantos paralelismos de trabajos anteriores, desde la mentalidad de “culto” de algunas empresas (escuché a un CEO de una empresa que reparte comida más de una vez decir “este es el mejor lugar que podrían estar trabajando en este momento” o “es el área de mercado más interesante que existe”…) a las preocupaciones totalmente banales que ocupan la mente de trabajadores de la industria que en el libro ejemplifica con “en la oficina compran la marca equivocada de agua con gas”.
Los capítulos en los que cuenta la experiencia con su startup personal me hicieron acordar un poco al libro Microsiervos de Douglas Coupland. Leí ese libro hace años, pero que si me hizo acordar, seguro tiene algo de parecido. Estos capítulos son un poco anecdóticos y bastante entretenidos. Le van poniendo un contexto a la transformación por la que pasó la autora de estar totalmente convencida de todo el circo start-up (como dicen los americanos “haber tomado el Kool-Aid”, creo que en Uruguay usamos “comerse la pastilla”) hasta desencantarse completamente con la industria e irse para no volver. No sé la cantidad de veces que me encontré en esa situación de desencanto y considerando seriamente otras profesiones no relacionadas a una computadora.
A través de estos relatos basados en su experiencia personal, expone varios de los problemas de la industria como la discriminación, el sexismo, cómo los números en las adquisiciones están completamente divorciados de la realidad y son números al azar, la desigualdad salarial, y varios problemas más del capitalismo y su injerencia en los desarrollos tecnológicos y la sociedad. También algo de lo que siempre está bueno reírse es que deja en evidencia todo el circo (o “bullshit” para usar un término startupero) que abunda en el mundo de las startups. Pasa por varias decepciones y divorcios entre las expectativas, la realidad, y todo ese mundo fantástico que inventa el capitalismo para romantizar el trabajo en Silicon Valley. Como cuando se intenta agregar un factor social en la maquinaria, empieza a caerse por todos lados porque no es compatible con el sistema impuesto.
Nos sentiremos identificados, alguna persona de repente atacada, pero la autora siempre respeta al lector y no juzga, siendo la primera en reconocer haber caído en la trampa. Tiene muchas frases que me hicieron reflexionar “cuántas veces habré dicho esto”. Por ejemplo: “No quiero trabajar en este producto, pero tampoco quiero que exista”. Me llegó muy directo por mi experiencia con la “gig economy”, donde la riqueza generada viene directamente de la explotación de los trabajadores. Incluso hace alusión a la empresa donde trabajé y me alegró tanto leer cosas que repetí tantas veces. En otra parte del libro hace una crítica muy descriptiva: “La gig economy puede ser la expresión más pura de software como medio para extender el poder del capital sobre los trabajadores”.
Para mucha gente en el ambiente todo esto ni siquiera es un problema. La industria paga buenos sueldos porque la demanda es mayor a la oferta. Entonces a veces los problemas más “graves” terminan siendo que la marca de agua con gas que nos ofrecen gratis en la oficina no es la que nos gusta. Pero como dice el libro, y se lo he dicho a varios amigos del entorno, nada garantiza que la situación con los sueldos y privilegios de la industria del software sea eterna. Entonces hay que aprovechar y preocuparse por estos temas ahora que tenemos un poco de poder. Asegurarnos nuestros derechos y los de los trabajadores y usuarios que van a usar el software que desarrollamos, inspirándonos en otras industrias, antes que sea demasiado tarde.
El libro termina en un tono optimista. El último capítulo propone un nuevo modelo industrial, cómo podemos apropiarnos de la tecnología y reclamarla al servicio de la gente y no del lucro. Una visión un poco utópica si se quiere de cómo el mundo podría ser mejor si nos libráramos del capitalismo. Pero hay que empezar por las ideas, difundirlas, trabajar sobre ellas e ir ejecutándolas. Una idea en particular que plantea es bastante controversial, pero es una buena propuesta para discutir. La idea de que desarrollar software sea bajo una licencia, así como quienes ejercen medicina o arquitectura deban tener un registro. Que de paso haya como un juramento hipocrático pero del software, como una base ética. Para que no se transforme en una barrera de entrada a la programación, plantea que sea gratuito.
No puedo evitar pensar que esto traería más consecuencias negativas que positivas. En principio todo lo que excluya gente o haga más difícil que alguien pueda introducirse al mundo de la programación me parece que juega en contra. Pero del lado positivo, sí me parecería buena idea de repente para gente que desarrolla sistemas de seguridad, que manejan dinero, datos personales y demás a nivel profesional, que tengan un mínimo de capacitación (y particularmente una base ética cuando se trata de datos personales). De hecho lo he pensado en algún momento, sobretodo cuando interactuaba con la aplicación de mi banco en Uruguay, que la gente que la desarrolló no tenía ni idea de seguridad y para esas cosas quienes desarrollaran los sistemas necesitarían algo como una licencia (así como una licencia para conducir un vehículo en la calle).
Me parece un libro de lectura necesaria, casi obligatoria, para entender lo que está mal con la industria y cómo podemos mejorarla. No importa que trabajes en informática o no. Aquellas personas involucradas con el rubro se pueden sentir identificadas o atacadas. Y eso es bueno, cuestionarnos y replantearnos cosas. Pero creo que también le sirve a cualquiera que no esté dentro de este enfermizo mundillo para saber más. El mundo de Silicon Valley está presente en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana en el mundo moderno. Está bueno entenderlo un poco mejor.
Creo que se hace evidente en la reseña que el libro me llegó bastante en lo personal. Como comento, pasé por varias de las situaciones y me identifico con las ideas planteadas. Así que disfruté muchísimo la lectura, se me hizo súper rápida, y no descarto volver a leerlo en un tiempo. Voy a recomendarlo todo lo que pueda y es un excelente recurso para recomendar cuando tenga mis debates en contra del capitalismo y la industria. Más allá de que estén de acuerdo o no con las ideas, es un manifiesto del estado de la industria desde un punto de vista que no es el típico zombie startup que escribe un libro idolatrando a soretes como Steve Jobs, Mark Zuckerberg o a algún otro de los jinetes del apocalípsis (Bill Gates, Tim Cook, Jack Dorsey, Elon Musk, etc.).
Pueden seguir a Wendy Liu en Twitter, y pueden leer algunos de sus artículos en este enlace. Particularmente el artículo Silicon Inquiry, que en su momento se hizo viral. Aunque si van a leer el libro, el artículo puede ser considerado un spoiler. En fin, ¡busquen el título en su tienda online de confianza y léanlo!
Pagrio 27 abril. 2020 - 11:15
Hola, leo varios de tus artículos y me han agradado hasta el momento, sin embargo, estoy en total desacuerdo con lo que se plantea (con lo que he leído) sí estoy de acuerdo con que la industria en SV está en un mal estado (siempre me ha incomodado la idea de que Steve Jobs sea alguien a quien idealizar) pero no me parece que la solución sea expropiar, nada bueno sale de esa idea ya que expropiar es robar, mejorar las instituciones del estado con crowdfunding o algo similar es mejor en mi opinión, y ya las empresas se verían obligadas a mejorar o morir, y para mí el capitalismo realmente no es un sistema que le encuentro fallas, y sí las hay es cuando el estado se ve involucrado con empresas
Ale McKenna 28 abril. 2020 - 03:29
El abuso de poder es una realidad, y SV no es una excepción. Pero el ser humano no aprende a hacerse valer. Pensaba que lo del Covid-19 les haría madurar, pero los medios de comunicación siguen reeducando a diario a esas cabezas tan carentes de empatía e incapaces de dimensionar la injusticia en su virtual mundo mental.
Somos una pequeña gran granja de cerdos de producción. Ser un ser humano no es tan ventajoso, los pájaros me parecen vidas más libres, la Humanidad no tiene rumbo, y aún y así se creen los listos del cuento.
No es el capitalismo: es el miedo a la escasez del invierno junto con la competición de toda la vida por el procrear, lo que convierte a los primates en una sociedad de ratas en continua división y lucha. Y esa lucha la ganan los malos, y los demás se impregnan y hacen de esa miseria mental, tradición generalizada.
luismorenomx 5 mayo. 2020 - 23:11
Muy buen artículo. Me vino a la mente ese de microsiervos también así como el de Bill Gates de ‘Camino al futuro’ que si lo vuelves a leer aún son vigentes muchas ideas que tenía por la época de 1995.